e-issn 2227-6513 santiago, 166, 2025

Artículo de Investigación

Generación Cero en Cuba: la emergencia de su postura discursiva como expresión de la crisis de sentido

Generation Zero in Cuba: The Emergence of its Discursive Stance as an Expression of the Crisis of Meaning

Geração Zero em Cuba: a emergência de sua postura discursiva como expressão da crise de sentido

Yansy Sánchez Fernández *1, ORCID: https://orcid.org/0000-0001-9477-9649

1Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, Chile.

*Autor para correspondencia: yansyok@gmail.com

RESUMEN

La Generación Cero es un fenómeno artístico-literario que surgió en el contexto literario cubano en los años 2000. Inicialmente asociada a un grupo de narradores, la noción se extendió posteriormente a otros géneros y manifestaciones artísticas, respaldada por características comunes destacadas por la crítica en el ámbito sociológico. Esta investigación es un estudio descriptivo con enfoque cualitativo que, a partir de la revisión bibliográfica de los conceptos generación y crisis de sentido, busca explicar la producción literaria de la Generación Cero como expresión de crisis de sentido. El análisis de discurso aplicado a la poesía publicada entre 2000 y 2019 reveló las posturas discursivas frente a la literatura que vinculan a los autores y autoras como generación literaria. Estas posturas son resultado de la situación social en la que participaron a partir de 1990, durante su adolescencia, en un momento de crisis económica conocido en Cuba como "Período Especial en Tiempos de Paz". La perspectiva de estudio, centrada en la relación entre literatura y sociedad, destaca que la Generación Cero protagonizó cambios que han dinamizado el campo literario cubano e impactado en el proyecto social de la nación.

Palabras clave: generación literaria; campo literario; crisis de sentido; Generación Cero.

Abstract

Generation Zero is a literary-artistic phenomenon that emerged in the Cuban literary context in the 2000s. Initially associated with a group of narrators, the notion later extended to other genres and artistic manifestations, supported by common characteristics highlighted by critics in the sociological sphere. This research is a descriptive study with a qualitative approach that, based on the bibliographic review of the concepts of generation and crisis of meaning, seeks to explain the literary production of Generation Zero as an expression of crisis of meaning. The discourse analysis applied to the poetry published between 2000 and 2019 revealed the discursive stances towards literature that link authors and authors as a literary generation. These stances are the result of the social situation in which they participated from 1990, during their adolescence, at a time of economic crisis known in Cuba as the "Special Period in Times of Peace". The study perspective, centered on the relationship between literature and society, highlights that Generation Zero has led changes that have dynamized the Cuban literary field and impacted the social project of the nation

Keywords: literary generation; literary field; crisis of meaning; Generation Zero.

Resumo

Geração Zero é um fenômeno artístico e literário que surgiu no contexto literário cubano na década de 2000. Inicialmente associado a um grupo de contadores de histórias, o conceito se estendeu posteriormente a outros gêneros e expressões artísticas, sustentado por características comuns apontadas pela crítica sociológica. Esta pesquisa é um estudo descritivo com abordagem qualitativa que, a partir de uma revisão bibliográfica dos conceitos de "geração" e "crise de sentido", busca explicar a produção literária da Geração Zero como expressão de uma crise de sentido. A análise do discurso aplicada à poesia publicada entre 2000 e 2019 revelou as posturas discursivas em relação à literatura que vinculam os autores como geração literária. Essas posturas são resultantes da situação social da qual participaram a partir de 1990, durante a adolescência, em um período de crise econômica conhecido em Cuba como "Período Especial em Tempos de Paz". A perspectiva do estudo, focada na relação entre literatura e sociedade, destaca que a Geração Zero levou a mudanças que dinamizaram o campo literário cubano e impactaram a visão social da nação.

Palavras-chave: geração literária; campo literário; crise de sentido; Geração Zero.

Recibido: 9/1/2025 Aprobado: 14/2/2025

Introducción

Sobre el asiento de la propuesta y los prolegómenos del estudio

I

La Generación Cero en Cuba es un fenómeno artístico-literario que comenzó a expresarse en los años 2000 en el contexto cubano. Este constituyó, en principio, un criterio aplicado por el escritor Orlando Luis Pardo a un conjunto de narradores. Pueden leerse sus declaraciones en el Prólogo de la antología “Generación Año Cero: nuevarrativa en la literatura cubana e-mergente” donde dice:

La nuevarrativa cubana emerge, pues, no como reacción pasiva sino como resistencia activa. Y emerge desde cero, inesperada, desde los márgenes de la tradición literaria y el mainstream, casualmente justo durante los llamados años cero en Cuba: la década decadente de los 2000´s.

Por edades, técnicamente no se trata de una sola generación, pero en algún punto de sus meteóricas carreras se han llamado a sí mismos así: Generación Año Cero. Siendo un fenómeno ante todo urbano, interesado mucho más en la prosa que en la poesía o el ensayo, ya han ocupado los espacios públicos y privados con sus lecturas performáticas, que involucran otras expresiones artísticas como la música y el video-clip. (Pardo, 2013, párr 2-3)

El criterio lo asumieron otros géneros y manifestaciones artísticas, acaso por el contenido social común que los vinculaba. La propia Jamila Medina estima posibilidad de la extensión cuando dice: “Vuelto usual luego entre la crítica, más bien como Generación Cero, para referirse a otros autores y géneros literarios, no me parece escandaloso extenderlo a las artes ni articular el término aquí [dice refiriéndose a las artes plásticas], aunque lo emplee no sin advertir que se halla despojado de sus coordenadas tradicionales…” (Medina, 2017, 26). En ello subyace que, el criterio generacional, respondía, más que a criterios estéticos, a los de una generación social.

En ese sentido sería necesario explicar bajo qué conceptos se considera, a la luz de este artículo, una generación social. En ello precisar que una generación literaria parte de los presupuestos de esta, pero se especifica en lo literario. Mannheim ([1928] 1993), le llama estrato de los literatos, Petersen ([1930] 1946) habla del problema literario de la generación.

La poca claridad en la aplicación de las teorías generacionales en los Estudios Literarios ha traído, cuando menos, confusiones; y en el peor de los casos, ha conllevado a que se desestimen tanto las generaciones como el propio término. La problemática se asienta en la desestimación de los enfoques sociológicos en los Estudios Literarios, pues, como afirma Sapiro:

la Sociología de la Literatura ha tenido que vencer la resistencia a la objetivación basada en la creencia en la naturaleza indeterminada y singular de las obras literarias. Demasiado "sociológica" para los literatos y demasiado "literaria" para los sociólogos, afiliada en algunos países a la literatura y, en otros, a la sociología, sufre de una ausencia de institucionalización que contrasta con la riqueza de los trabajos producidos en su ámbito desde hace medio siglo. (15)

Se impone, considerando la crítica a este concepto, comenzar a justificarlo desde su perspectiva sociológica destacando, en principio, que el fenómeno individual de la literatura parte de un código cultural y por tanto colectivo. En principio, apuntar que su concepción científica no proviene de los Estudios Literarios, sino de las Ciencias Sociales, bajo el pensamiento Mannheim ([1928] 1993), el cual, a la limitación de la perspectiva histórico-romántica alemana, que concebía las generaciones a partir de su contenido natural (biológico) y espiritual, sobrepone el contenido de lo social, destacando en la conformación de lo generacional el criterio de fuerzas sociales formativas como factor determinante.

En la teoría de las generaciones de Mannheim ([1928] 1993) se determina de forma clara los criterios que determinan una generación social, así como del estrato de los literatos, del cual explica que apunta a un destino completamente específico. Sin embargo, lo que Mannheim ([1928] 1993) define como fuerzas sociales formativas se expresa a través de varios conceptos que definen una generación: contexto sociohistórico común, que contempla a individuos afectados por una cohorte generacional; la contemporaneidad, referido a los que crecen como contemporáneos y experimentan ―tanto en los años de gran receptividad (adolescencia) como después―, el mismo influjo espiritual de la situación político y social. Este principio lo lleva a hablar de coetaneidad, no entendida como el nacimiento en una fecha específica, sino como cierto modo de vivir que unifica a los que han nacido en fechas cercanas. Al hecho que unifica a los que han nacido en fechas cercanas, Ortega y Gasset (1966a), desde su perspectiva historicista de las generaciones, lo denomina “anacronismo esencial de la historia” (38). En el caso de Mannheim ([1928] 1993) el criterio de coetaneidad lo conduce a plantear que estos individuos forman una unidad generacional porque presentan, a partir de sus estructuras fundamentales una conexión generacional, el específico ser con otro, dado por los momentos vitales que construyen formas de vivencia y pensamiento. Destaca en la esta unidad generacional el criterio de grupos concretos, especificados cuando esa conexión generacional se torna consciente, considerando aún que estos grupos pueden trascender el espacio generacional.

Mannheim ([1928] 1993) explica que los miembros de una generación experimentan, una tendencia inherente a su posición generacional, la cual está dada por la limitación dentro del acontecer social, a una forma específica de vivencia, pensamiento y acción, lo cual es posible gracias a que la generación forma una comunidad de pertenencia a años de nacimiento próximos, lo que también define como situación generacional. Destacando esa unidad generacional Ortega y Gasset explica que: “En cada punto de tiempo hay que escuchar las propias voces de las generaciones particulares que llegan por sí mismas constantemente a cada punto”. (Ortega y Gasset, 1966a, 38)

Con todo, vale destacar que Mannheim ([1928] 1993) se da cuenta que “la contemporaneidad cronológica no basta para constituir posiciones generacionales afines” (216). Siguiendo esta línea de pensamiento expone el concepto de estratificación de la vivencia. Este refiere la manera en las primeras impresiones de vida (que forman el primer estrato de la experiencia) quedan fijadas como imagen natural del mundo y constituyen el fondo vital.

La situación de la formación del llamado primer estrato de la experiencia, sujeto a factores psicológicos, sociales, también varía en función de ellos y los estudios. Para Mannheim comenzaba a partir de los 17 años, para Domínguez (1989), que refiere concepto homologo, se sitúa entre los 14 y 24 años. En estos años explica Mannheim ([1928] 1993) comienza la vida autoexperimentada. Para el nuevo hombre “la vida crece por primera vez desde la problemática presente y tiene la oportunidad de experimentar esa problemática en sí misma” (219); para Isabel Domínguez son años formaciones psicológicas de gran estabilidad , que conforman, en lo fundamental, el sistema de valores que los regirá posteriormente (Domínguez, 1989, 5). También le llama esta autora etapas clave de socialización vinculándola precisamente con el contenido generacional: “Se habla de generación como aquel grupo que “en etapas claves de su socialización, comparte un momento social común y desarrolla prácticas relativamente afines o, al menos, interconectadas, que dan lugar a rasgos estructurales y subjetivos específicos y las dotan de una fisonomía o «estilo generacional» propio”. (Domínguez, 2016, 12)

Este criterio es esencial en las concepciones generacionales, porque, los siguientes estratos de la conciencia no solo se articulan dialécticamente a partir del primero, sino este, el primero permanece vivo y determinante “aun cuando todo el decurso sucesivo de la vida no tenga que ser otro que una negación y una descomposición de la «imagen natural del mundo» recibida en la juventud” (Mannheim, [1928] 1993, 217). Es decir, ya de adulto se transforman conscientemente ciertos aspectos, en los modos de comportarse y de pensar, pero nunca se hace de manera radical. En ello radica la distinción medular entre las generaciones, en su fondo vital, en ello la forma de percibir y responder a sus problemas, sus antagonistas. Por ello decía Ortega y Gasset que cada “una [generación] de ellas trae al mundo una sensación de vida distinta” (Ortega y Gasset, ([1947]1964b, 266). Referido a esa distinción Raymond Williams destacaba que que ninguna generación habla exactamente el mismo idioma que sus predecesores. (Williams, 1988: 154-155)

En este sentido surge la necesidad de este autor de delimitar la extensión de las generaciones atendiendo a las experiencias diferentes que experimentan coetáneos expuestos ante antagonistas distintos. En cuanto a los que solo son contemporáneos es más claro definir lo que Mannheim llama entelequia, es decir, situación de afinidad en cuanto a los medios que un mismo momento de tiempo pone a disposición de la generación para las distintas tareas (Mannheim, [1928] 1993: 200). Este criterio, que refiere a las disposiciones epocales, vividas por los contemporáneos de forma distinta, Ortega y Gasset también lo documenta explicando que “si cada generación consiste en una peculiar sensibilidad en un repertorio orgánico de íntimas proposiciones, quiere decirse que cada generación tiene su vocación propia, su histórica misión”. (Ortega y Gasset, ([1947]1966b), 151)

Sin embargo, la sensación de no compartir las mismas disposiciones epocales también puede ser percibida por coetáneos. Para explicar esto Mannheim ([1928] 1993) asume de Pinder, no contemporaneidad de los contemporáneos. El criterio ha sido argumentado también por Petersen ([1930] 1946) que habla de la incontemporaneidad; Portuondo ([1958] 1981) habla de la “no contemporaneidad de ciertos coetáneos que viven ajenos a su sentido de generación o lo traicionan” (64). A pesar de que se puede vivir dentro de la coetaneidad esa disociación marcada por antagonistas diferentes, también es cierto que, como dijera Ortega y Gasset, “solo se coincide con los coetáneos” (Ortega y Gasset, [1947]1964a: 38).

Este criterio lo han pasado no es muy tenido en cuenta por los Estudios Literarios que se apoyan en el criterio generacional defender una selección de autores porque, al no considerar las diferencias de oportunidades típicas o antagonistas (problemáticas) que experimentan coetáneos en sociedades muy plurales o heterogéneas, por ejemplo, pueden perderse los vínculos generacionales.

La salvedad a tal problemática, la añaden Martín (2009) y Mauger (2013), aplicado a las estructuras del espacio social cuando explican que la extensión de una generación puede variar, de un grupo de pretendientes de tal o cual campo, a la cuasi-totalidad de una clase de edad, en la medida en que participe la cuasi-totalidad del mismo cuadro histórico social. Se sabe que la afectación de lo que ellos llaman acontecimientos fundadores (guerra, crisis económica, extensión del sistema escolar, etc.) no es homogénea en todos los campos o clases del espacio social, porque ejerce efectos diferenciados según la edad, campos o clases afectados.

Los acontecimientos fundadores crean generaciones que tienden a extenderse a todo el espacio social, aunque de manera diferenciada. El establecimiento de las precondiciones de homologías por parte del sociólogo, es decir, las “categorías que estime pertinentes y el grado de restricción o amplitud en la consideración de lo que son condiciones sociales y materiales homogéneas” (Martín, 2009: parr. 32), haría posible la concepción de un espacio histórico social común y, en consecuencia, una generación abarcante de ese espacio. En la distinción de generaciones a partir de estos acontecimientos, el concurso del sociólogo debería determinar, además, si los criterios homogenizadores que establece, exceden la diferenciación de las generaciones; de lo contrario, no se lograría extender el criterio generacional a partir de dichas homologías.

Ahora bien, vale destacar que, las precondiciones de homología, no persigue como resultado una homogeneidad escritural, sino más bien un espacio histórico social común en el que se puedan apreciar antagonistas más o menos similares frente a un grupo de coetáneos. En ese sentido, incluso las reacciones polares frente a estos, aun en el ámbito escritural, pueden considerase como generacional, porque las posiciones polares son los “distintos intentos de dominar un mismo destino y la problemática social y espiritual correspondiente”. (Mannheim, [1928] 1993: 234). Philippe Corcuff, apoyado en teoría de Bourdieu, lo explica mejor a partir de los principios generadores del habitus, de los cuales explica que estos “deben aportar distintas respuestas en las diversas situaciones a partir de un conjunto limitado de pensamiento y acción (Corcuff, 1998, 32). Atendiendo a estos principios Bourdieu ([1988] 1998) define generación como “un conjunto de los productos de un mismo modo de generación asociado a un estado semejante de las posibilidades objetivas”. (297) de modo que “la transformación del modo de generación social de los agentes determina la aparición de generaciones diferentes” (465). En ese principio, limitado de pensamiento y acción, tendencia inherente a una posición para Manneheim ([1928] 1993), se estima el sentido generacional, porque están asociados a una misma conexión y enfrentan, aunque pueda ser de manera polar, los mismos antagonistas. Es por ello que, la generación literaria se la debe aprehender, no en consecuencia de sus posicionamientos estéticos, estilísticos, lo cual apuntaría más a grupos concretos (inter o intrageneracionales), se le debe aprehender más bien, en consecuencia de las problemáticas comunes que enfrenta, sus preocupaciones, sus antagonistas. A todo ello debe complementarse que las voluntades que determinan la dirección de las cosas, no están cimentadas en el estrato de los literatos, sino en otro más compacto que está detrás de él: el fraccionamiento polar de los estratos sociales que están siempre presentes (Mannheim, [1928] 1993: 237).

Con todo, lo expuesto hasta el momento, no ha abordado la especificidad del estrato de los literatos que destacaba Manneheim ([1928] 1993), aquel problema literario de la generación que particularizó Petersen ([1930] 1946). Este estrato se particulariza a partir de las relaciones que se establecen, en el ámbito literario, tomando a Bourdieu como referencia, en el campo literario. Según Bourdieu ([1988] 1998) solamente los cambios estructurales que afectan a cualquier campo pueden determinar la producción de generaciones diferentes, transformando los modos de generación y determinando la organización de las biografías individuales, y la agrupación de esas biografías en clases de biografías orquestadas según el mismo tempo (468).

La determinación en el segundo nivel literario de las generaciones está condicionada por el grado en que las posiciones de poder del campo literario llegan a imponer sus normas y sus sanciones propias al conjunto de los productores de bienes culturales, tanto a autónomos como heterónomos, depende la correlación de fuerza entre estos productores con las posiciones de poder. En ese caso, atendiendo al campo literario en Cuba, sobre todo hasta antes de la Pandemia, es más fácil concebir la estructura de un campo literario bastante homogéneo y bien definido por sus políticas culturales e ideologías políticas. El escenario postpandémico, está marcado, sobre todo en la generación más reciente, por la dinámica de la postautonomía (Ludmer, 2009) que, si bien venía configurándose desde antes de la Pandemia, con las acentuadas restricciones que impone la crisis económica en Cuba, puede considerarse un espacio alternativo de relevancia en el contexto literario cubano.

Es de destacar que en Cuba el tema de las generaciones literarias se ha abordado, sobre todo, desde la perspectiva historicista. Esta llega a Hispanoamérica y a Cuba a partir de la tradición de Ortega y Gasset. Los límites o precondiciones que se establecen para definir generaciones literarias son asumidos teniendo en cuenta períodos históricos y/o posturas estéticas. No se ha hecho, por ejemplo, muy notoria la aplicación del criterio extensión generacional.

El método histórico de las generaciones que propone Ortega y Gasset, es continuado en Cuba por Raymundo Lazo en sus estudios correspondientes a los años 1954 y 1967 y José Antonio Portuondo en los años correspondiente a año 1944 y 1958, fundamentalmente. En estos, la función homogeneizadora de una generación se establece en el diálogo del hombre y con circunstancia, a través de lo cual se favorece el avance de la historia. El principio de homogeneización de las generaciones se convenia a partir de los distintos momentos históricos. Así, toda vez que Raymundo Lazo en estos estudios define una generación literaria considera, en un primer momento, un acontecimiento sociohistórico que produce cambios e individuos diferentes. Considerando ello marca como inicio de la generación la producción de los autores, la cual lleva esa marca sociohistórica. En esa medida explica que la amplitud y flexibilidad del concepto básico de generación y su natural funcionamiento de acuerdo con razones puramente históricas confieren validez y eficacia a esta doctrina (Lazo, 1954). Bajo criterios similares Portuondo ([1958] 1981) especifica una concepción histórica cuando dice que: “Cada generación destaca, entre todos los problemas que le son dados, uno que la caracteriza y que se impone como verdadero quehacer generacional y que, por tal razón, constituye el tema principal y constante de su producción literaria”. (Portuondo, 1944, 11)

En este sentido, en lo tocante a las generaciones literarias, salvo los esfuerzos de Lazo y Portuondo en Cuba, no se tiene conocimiento de una sistematización teórica del método histórico de las generaciones en la literatura; ni tampoco de otro enfoque sociológico de estas concepciones, que no sean las de María Isabel Domínguez en cuanto a las generaciones sociales.

Se tienen referencia, por Portuondo ([1958] 1981) de algunas alusiones dispersas al tema de lo generacional. Entre ellas pueden citarse el trabajo de Antonio Sánchez de Bustamante y Montoro, en 1937, con su aplicación a la historia de nuestras letras; el ciclo de conferencias llamado Bosquejo de la literatura cubana, dictado en el Lyceum de La Habana por el propio Portuondo, en 1941, y el estudio de Roberto Retamar Fernández titulado La poesía contemporánea en Cuba, el cual abarcaba los períodos de 1927 a 1953. El estudio de Portuondo propone también un esquema de las generaciones literarias que se apoya, además de sus concepciones teóricas sobre el método histórico de las generaciones, “en las Tablas cronológicas de la literatura cubana de Max Henríquez Ureña”, publicadas en 1929. (Portuondo 1958] 1981, 103)

Se ha observado, incluso, que libros panorámicos de la literatura cubana tienen una orientación historicista de la concepción generacional. Entre ellos se citan a manera de ejemplo: Lo cubano en la poesía, de Cintio Vitier del año 1970; los libros de Historia de la Literatura Cubana, en sus tres tomos; los panoramas de la literatura cubana de Virgilio López Lemus, en probidad: El siglo entero… y Oro de la crítica.

Dentro de esta orientación que considera situaciones históricas para marcar las generaciones, la tendencia es considerar la estética de los escritores y, a partir de ella, reorganizar las generaciones literarias. En consecuencia, sus propuestas periodológicas o generacionales están asociadas a períodos donde predomina una estilo o estética, aunque estos puedan ser contentivos de otras posturas. En ese caso se hace alusión a esas otras posturas y se distinguen las regularidades con las conciben la generación literaria.

En aras de considerar unas pautas a seguir en este artículo de las teorías generacionales, a partir de la sistematización de los estudiosos citados anteriormente, valdría definir algunos puntos considerables. En ello se hace referencia, en criterios de este autor, a dos puntos abarcantes que responden a las determinantes de las generaciones literarias.

• primer nivel de determinantes: En este nivel se pueden evaluar: coetaneidad (cierto modo de vivir que unifica a los que han nacido en fechas cercanas, unidad generacional); primer estrato de la experiencia (refiere la manera en que las primeras impresiones quedan fijadas como imagen natural del mundo y constituyen el fondo vital. de vida fondo vital, o habitus primario); situaciones comunes (determina las vivencias de las que participan y por las que son afectados los grupos de coetáneos, lo cual también determina a los antagonistas); conexión generacional (el específico ser con otro, dado por los momentos vitales que construyen formas de vivencia y pensamiento); tendencia inherente a una posición (dada por la limitación dentro del acontecer social, a una forma específica de vivencia, pensamiento y acción, condiciona la situación generacional); extensión generacional (experiencias diferentes de los coetáneos expuestos ante antagonistas distintos)

• segundo nivel de determinantes: En este nivel se pueden evaluar las propiedades específicas del campo literario: normas y sanciones, estructura.

II

Así puede comenzar explicándose que, los escritores de la Generación Cero, comenzaron a formar su primer estrato de la experiencia a partir de inicio del Período Especial en Tiempos de Paz, coincidente con la etapa clave de socialización de la adolescencia. Justamente, esta situación generacional los hace distinguirse con un conjunto de características que, desde su concepción de generación social y en su expresión literaria, protagonizan cambios que dinamizan el campo literario cubano y, en consecuencia, impactan en el proyecto social.

Este trabajo se refiere solo al ámbito literario y, dentro de él, a las y los poetas de la Generación Cero, los cuales especifico más adelante como nacidos entre 1976 y 1986. El por qué hablar de lo generacional en las y los poetas y no en otra selección artístico o literaria merecerá también sus argumentos, una vez declarados los puntos más importantes que convencionalmente distinguen a una generación.

Ello comienza a explicarse porque, desde la generación social en la cual se incluyen, la expresión literaria fue muestra de un sistema de valores afín al contexto que concreta una postura generacional que ha sido cuestionada por representantes de generaciones anteriores agentes literarios (críticos, editores, escritores, directivos) que ocupan posiciones de poder dentro del campo literario cubano, tanto por sus posiciones estéticas como ideológicas. Este argumento ha favorecido, dentro y fuera del país, por posiciones que sostienen un imaginario de la censura a causa de las posiciones ideológicas de la producción artístico-literaria en Cuba. Se citan entre ellas, como ejemplo, las siguientes:

“Las recientes alertas, por parte de los funcionarios del régimen sobre el peligro de desmontar la política cultural de la Revolución, no son más que síntomas de una erosión irreversible” (Díaz, 2016, 9).

“En el examen de los institutos civiles hay una voluntad de cuestionar el deterioro de la civilidad […]. Este tipo de intervención que sus le meter las manos en el fangal político, encuentra atractivos en el planteamiento escritural de otros poetas de tu promoción” (Hipermedia, 2016).

“En esa dirección, el ejercicio de lo poético, desplegado en los Cantos… entronca con una línea a seguir, en la llamada ‘Generación Cero’, de autores que desplazan su escritura hacia territorios de la frontera, hacia modos supranacionales de lo literario-cubano” (Mora, 2016, sección “notas” párr. 2).

“En otras palabras, las escrituras que no refieren este concepto de débito con la contemporaneidad, no se adscriben, por tanto, al espíritu de la generación, y no pertenecen a los años cero. Ergo, Generación Cero debe decir generación fractura, generación posrevolución” . (Mora y Pérez, 2017, 16)

“El rango más característico de este grupo de poetasen relación con la ‘evaluación social’ operada en sus textos, es quizas el despliegue de una escritura de marcadas intenciones políticas” (Pérez, 2021, 10).

En la propuesta se parte de las determinantes de una generación literaria, distinguiendo en ello la construcción de un habitus. Se asume a partir de Cros ([1997] 2003) que la internalización de la realidad se realiza desde el código (el lenguaje), a través del cual se constituye y también expresa el sujeto. La formación del habitus (colectivo en este caso) es la expresión de lo que es llamado en este artículo primer nivel de determinantes de una generación literaria, lo cual se corresponde con el enfoque internalista de los estudios literarios que tienen como base la Sociología de la Literatura. Los estudios sobre la Generación Cero, se enfrentarán, considerando el período 2000-2019, es decir, antes de la Pandemia, a un segundo nivel de determinantes, constituido por las propiedades específicas del campo literario cubano y sus instancias de legitimación (producción, selección, publicación, distribución, promoción, etc.).

Este trabajo tiene como objetivo explicar una posible ruta para el estudio de la poesía de la Generación Cero publicada en Cuba los años comprendidos entre el 2000 y el 2019, a partir de la relación sostenida entre literatura y sociedad (primer nivel de determinantes). En ese sentido, como han sostenido Pospelov (1971) y Romero y Santoro (2007), los estudios esencialistas o internalistas de las obras literarias, desde la perspectiva sociológica, han privilegiado géneros como la novela, el drama y la tragedia, que se prestan mejor para las representaciones sociales. Los análisis de la poesía como género en los estudios sociológicos han sido más escasos, quizás por ser de una tendencia más simbólica, es decir, que tiende a obnubilar el proceso de la representación social. Esto constituye un incentivo para subrayar la efectividad de la propuesta de estudio de las generaciones literarias a partir del género poesía.

Un acercamiento al tratamiento a las y los poetas de la Generación Cero en Cuba

Antes de considerar, cómo ha sido el tratamiento de las y los poetas de la Generación Cero, es preciso precisar datos acerca de las características del grupo que se está situando en la discusión, dígase, cantidad de integrantes, cantidad de libros en los que ellos figuran. A partir de las fuentes consultadas se tiene un estimado de 130 poetas con al menos un libro publicado hasta el 2021 que clasifican dentro de los rangos establecidos en el artículo para estimar la Generación Cero. A continuación, las siguientes tablas reflejan variables relacionadas con la cantidad de autores por provincia en relación con la cantidad de libros publicados hasta el 2021.

Tabla 1. Variables cantidad de poetas y cantidad de títulos publicados, por provincia

Figura 1. Gráfico de las variables cantidad de poetas y cantidad de títulos, por provincias

Otros indicadores, que revelan el impacto de la Generación en el contexto del campo literario cubano están relacionados con la presencia de sus publicaciones en editoriales nacionales vs las internacionales, hasta el momento de esta investigación, así como el porciento de premios de sus libros en relación a los no premiados.

Figura 2. Gráfico de la variable cantidad de premios.

Figura 3. Gráfico de la variable cantidad de publicaciones según el tipo de editorial.

A partir de teoría esbozadas anteriormente sería interesante un acercamiento a los que han tratado el tema Generación Cero desde la crítica. Se verá en este aparte que la experiencia crítica guarda cierta congruencia con los puntos anteriormente establecidos. Para abordar este punto fue necesario partir de la revisión de un conjunto de autores que han discursado sobre la Generación Cero hasta establecer una regularidad sobre los criterios más recurridos sobre el tema. El establecimiento de estos ha tenido en cuenta el criterio de saturación de las categorías. Los autores mayormente parten de un criterio de coetaneidad, y luego se sitúan en acontecimientos que vinculan a la generación con características homogeneizadoras (situaciones comunes). Sin embargo, también se encuentran argumentos para desestimar a la Generación como tal. Entre los autores que he revisado sobre el tema, cito a: Jamila Medina; Lizabel Mónica; Orlando Luis Pardo; Roberto Manzano y Teresa Fornaris; Gilberto Padilla; Rafael Rojas; Elzbieta Sklodowska; Yoandy Cabrera; Omar Granados y Yansy Sánchez. Un recorrido por sus concepciones sobre la Generación Cero me ha permitido agrupar algunos criterios sobre su estudio y constatar en ellos alusiones a los puntos antes citados:

1. Desmontaje del criterio generacional a partir de la heterogeneidad que presentan sus escritores: Medina (2011); Sklodowska (2016); Cabrera (2019a).

Estos exponen una perspectiva desde donde se pretende desarticular el criterio de generación. La misma se ampara en la profusa heterogeneidad estética y estilística y la no identificación de sus integrantes con la etiqueta “Generación Cero” (Medina, 2011; Cabrera 2019a). Cabrera (2019) explica que en la poseía cubana se ha acentuadoa inicios del siglo XXI la dispersión y ausencia de liderazgo que se marcaba ya desde los años ochenta y que por tal razón es “muy difícil hablar de generaciones o movimientos, sino más bien de líneas temáticas dentro de un panorama que tiende cada vez más a la dispersión y a la ruptura de los límites formales, geopolíticos (5). Sklodowska (2016) suscribe los criterios de la no generación, sin embargo, considera que “a pesar de su heterogeneidad, dispersión y falta de proclamas, no cabe duda de que todos ellos escriben entre los ‘destrozos’ del Período Especial (171), dice, refiriéndose a la generación. Este hallazgo, a pesar de la postura que defiende, es muestra de la imposibilidad de asumir solamente desde los criterios estéticos y/o estilísticos una generación literaria y, consolida a la vez el criterio de acontecimiento fundador (el Período Especial en este) como elemento vinculante de su escritura.

2. El acceso a las nuevas tecnologías: Mónica (2012); Pardo (2013); Rojas (2016); Cabrera (2019b).

Mónica (2012) declara límites de una coetaneidad para la inclusión de los escritores. Dichos límites se fijan entre 1969 y 1984 como años de nacimiento, y como período en que inician sus publicaciones, estima el rango 1999-2011. Considera, además, como criterio de inclusión de los autores, el arribo a los nuevos medios y tecnologías. Ello, según esta autora, constituye un nuevo espacio para las publicaciones e influye en la determinación de sus estéticas. Este criterio responde a acontecimientos de carácter universal, cuya característica ya se expresaba desde comienzo del presente siglo en los escenarios literarios de varios países del contexto latinoamericano . Sin embargo, hablar de tecnologías como distintivo de toda una generación en Cuba era entonces un argumento muy ambicioso. La misma autora reconoce que “es solo en la Ciudad de La Habana donde este fenómeno es visible, ya que en el resto del país la Internet es escasa y hasta inexistente para algunas regiones” (Mónica, 2012, 6). Coincidente con esta autora Pardo (2013) esboza algunas de las entelequias (para usar el término de Mannheim, [1928] 1993), que definen la Generación. Entre ellas cita: el acceso al ciberespacio, la influencia de las nuevas tecnologías o incorporación al mundo digital, las fuertes tendencias a citar o expresarse en inglés.

El arribo al mundo digital que estos autores refieren, encuentra su presencia, más que en el grueso de la Generación, en la creación de publicaciones digitales, espacios de opinión y revistas digitales. Entre ella se pueden citar: Cacharro(s) (2003-2005), editada por Jorge Alberto Aguiar Díaz, Orlando Luis Pardo y Lizabel Mónica; 33 y ⅓ (2005-2010), a cargo de Raúl Flores, Michel Encinosa y Jorge Enrique Lage; el Proyecto Des-liz (2007), por Lizabel Mónica; Trep(The Revolution Evening Post), salida en el 2008, coeditada por Orlando Luis Pardo, Jorge Enrique Lage y Ahmel Echevarría; La caja de la china, dirigida por Lien Carranza, la cual circuló por correo electrónico en PDF desde el 2006 al 2008.

Sobre la misma referencia a las entelequias, ese nativo sentimiento de vida y del mundo, Rojas (2016) explica que el uso de las nuevas tecnologías en la literatura en los años 2000, propicia un nuevo ethos de la lectura. En ello no desestima la presencia de la Generación Cero, aunque considera que, incluso hasta el 2015, este escenario parecía imposible en Cuba. A tenor de lo anterior se ha corroborado que, el fenómeno de las nuevas tecnologías y de la digitalización de lo escrito, va más allá de la Generación Cero, por cuanto es un fenómeno que identifica a los Millenials. (Díaz-Sarmiento, et al., 2017)

Cabrera (2019b), también reconoce el hecho de las nuevas tecnologías en la literatura cubana cuando dice: “Hay un canon de la poesía cubana que se mueve ya, sin dudas, en el terreno de lo digital y cibernético” (Cabrera, 2019b, párr.1), con este criterio declara, a pesar de su apuesta por la no generación, un criterio vinculante de esta. Desde esta posibilidad de la digitalización de lo escrito se comienzan a concebir en Cuba las literaturas postautónomas, entendiendo con ello el concepto que sitúa Luemer (2009).

3. Expresión de la obra como suerte de resistencia a la tradición estética y a las ideologías que la suscitan: Pardo (2013); Cabrera (2017).

Pardo (2013) en Sampsonia Way Magazine, se refiere en principio a un grupo de narradores. Estos conciben su obra como una suerte de resistencia a la tradición estética y a las ideologías que la suscitan. Explica que los autores están deseosos de deconstruir todo discurso previo sobre lo que se supone sea la “cubanidad”. Desde lo erótico hasta lo político, apuestan por una cierta cubanidad descubanizada, lo que los convierte en seres iconoclastas. Por su parte, Cabrera (2017) alude a esta suerte de resistencia considerando el cuestionamiento que poetas de la Generación hacen de la patria (Cabrera, 2017, 293). Todo ello refiere una lucha con los antagonistas.

4. El Período Especial como agente detonador de sensibilidades Manzano y Fornaris (2014); Padilla (2014); Rojas (2015); Sklodowska (2016); Granados (2017); Mora y Pérez (2017); Pérez (2021).

Manzano y Fornaris (2014) con una mirada cronológica más distanciada de la Generación, logran establecer una perspectiva, quizás, más objetiva. Parten de la heterogeneidad que, en su libro El Árbol en la cumbre muestran estos poetas, y aluden al contexto de los años noventa como agente detonador de sensibilidades (habitus primario) Sobre este particular comentan Manzano y Fornaris (2014): “(…) sus adolescencias y primeras juventudes acontecieron en especialísimas circunstancias que marcaron a nuestro país y el mundo, y es necesario apuntar que un cambio de escenario tiende a ser un cambio de sensibilidad”. (6)

Bajo el mismo enfoque que relaciona los años noventa como contexto con las posturas estéticas y políticas se fundamentan otras perspectivas. Entre ellas se cuentan los criterios de Padilla (2014) y Rojas (2015). El primero, Padilla (2014), alude a la Generación Cero como una expresión de ruptura (antagonista) con lo que él llama “el virus de lo cubano” (la vanidad de lo cubano en el centro de las producciones literarias). La necesaria ruptura estética estuvo suscitada, según él, por el cambio social a partir de los años 90. El segundo, Rojas (2015), refiere que dicha Generación se asume como portadora de una nueva subjetividad estética y política (nativo sentimiento de vida y del mundo). Desde parecida impresión, asegura que “parte de la escritura de Generación Cero es, sin dudas, el producto de un monto de experiencias traumáticas del sujeto (tanto nacional como diaspórico) que provienen del pasado revolucionario” (34). En la misma lógica, el ensayo de Mora y Pérez (2017), sitúa la expresión de la Generación como producto de un momento histórico: el Período Especial. Estos dos últimos autores clarifican las ya aludidas situaciones comunes, tratadas en este artículo.

5. Expresión de crisis de sentido en la poesía de la Generación Cero: Sánchez (2021).

Esta idea se sustenta en la explicación sobre las características estructurales de las sociedades modernas, así como con las condiciones en que estas crisis se desarrollan. Según Peter L. Berger y Thomas Luckmann hay presencia de crisis de sentido cuando en los ideales de una comunidad de vida se insiste en que debería reinar al interior de ella una absoluta comunidad de sentido y surge entonces una discrepancia entre lo que es y lo que debería ser. (Berger y Luckmann, 1996, 14)

En otras palabras, en una sociedad donde coexisten distintos sistemas de valores, los depósitos de los sentidos de la experiencia y la acción en las reservas sociales de conocimiento no son compartidos (a no ser por la propia comunidad de vida). Es decir, los individuos no tienen un patrón de cómo solucionar sus problemas de la experiencia y de la acción. Esto es lo que provoca que surja en ellos crisis subjetivas e intersubjetivas de sentido.

En el caso de Cuba se puede estimar como: “la incapacidad que experimentan los miembros de una comunidad de vida que ha aceptado incondicionalmente el grado de coincidencia de sentido que se espera de ellos, pero no logran alcanzarlo (Sánchez, 2021, 32). Esta incongruencia entre el grado de coincidencia de sentido que se espera de los miembros de la comunidad de vida y lo que ellos realmente pueden alcanzar se acentúa, sobre todo, en aquellos que formaron su primer estrato de la experiencia en el Período Especial, porque este constituye su fondo vital y queda fijado como imagen natural del mundo.

Asumido en este trabajo, por Domínguez (1989), que el inicio de las formaciones psicológicas de gran estabilidad comienza a partir de los 14 años, hasta los 24; entonces, el detonante del Período Especial en 1990, comenzaría a formar el primer estrato de la experiencia en aquellos que tuvieran, al menos, 14 años. En lo consecutivo, y atendiendo a que la duración estimada del Período Especial fue hasta el 2000, es decir, 10 años; puede extenderse esta generación que se marca con los nacidos en 1976 hasta los nacidos en 1986. Si bien las fechas se establecen de forma exacta por una cuestión metodológica, el riesgo de estimar edades posteriores a los 14 años (es decir, de 15 en adelante) para considerar a los que inician la generación de 1990, estriba en la posibilidad de que estos respondan, en su formación del primer estrato de la experiencia, a la situación del país en los años 80, la cual había sido totalmente opuesta al contexto de crisis y, en tal caso, responderían a la generación anterior. La marca del inicio de una nueva generación en 1990 también ha sido documentada por Domínguez (1989; 2000; 2019).

Así, estimada como una de las generaciones que coexisten en la sociedad cubana actual, la Generación Cero debe ser estudiada en el contexto de la sociedad cubana, como parte de esa generación social que se inició en conjunción al detonante del Período Especial como acontecimiento fundador, porque, como ya se ha especificado, las voluntades que son decisivas para determinar la dirección de las cosas no están sustentadas en el estrato de los literatos de la generación, sino en los sustentadores sociales.

La justificación de crisis de sentido en la expresión poética de la Generación Cero, a las que aluden las referencias de este punto, sugiere una discrepancia que se acentúa con la esfera sociopolítica (Sánchez, 2021). La estructura homogeneizadora que ha predominado en la sociedad cubana, propicia la tendencia a que, las personas que no logren armonizar con sus modos de experiencia y de acción (sobre todo en esta esfera), desarrollen una discrepancia tal que los aboque a una crisis de sentido.

A partir de esos arribos fue posible redefinir el concepto Generación Cero como: aquella situación generacional nacida entre 1976 y 1986 que, desde sus etapas claves de socialización (adolescencia), se ubica de modo afín a la crisis económico-social generada en Cuba a partir del llamado Período Especial en 1990, y que se expresa del año 2000 en adelante, como parte de un mismo enfrentamiento social e ideológico, con una fuerza desencadenante tal, que se ha constituido como un estilo de la generación. (Sánchez, 2023)

Se constata en Sánchez (2021) que la expresión de crisis de sentido en los enunciados de las y los poetas de la Generación Cero, responden a tres configuraciones de esta: el tipo problematizador con tendencia al cambio, que expresa una tendencia a confrontar la situación de crisis con una nueva propuesta, el tipo desaprobador resignado, que manifiesta impotencia ante la posibilidad de cambio y, finalmente, tipo desaprobador resiliente: este tiende a fluctuar libremente en aras de hallar concordancia con el sistema de valores prescrito por la esfera sociopolítica (39-40). Todas estas posturas son reacciones de la crisis de sentido que se expresa en la poesía de la Generación Cero.

Correlatos sociales de la Generación Cero (primer nivel de determinantes)

Las determinantes sociales son la base de las homologías entre literatura y sociedad. La motivación por encontrar las homologías entre literatura y sociedad permitió corroborar la escasez de estudios en Cuba que articularan el problema de las generaciones desde la Sociología. Los antecedentes considerados que aportaron a esa relación se enfocan, fundamentalmente, en estudios citados de Domínguez (1989; 2000; 2019), pero referidos a las determinantes de las generaciones sociales y las características de las juventudes. No obstante, como el sujeto generacional que se expresa en la literatura forma parte del espacio social es pertinente analizarlo desde las mediaciones que propone la sociedad en ese contexto.

Así es necesario considerar, en principio, aunque no de manera determinante, la sistematización que establece María Isabel Domínguez sobre las generaciones de la sociedad cubana actual en trabajos como: “Estructura generacional de la población cubana actual”, “Generaciones y mentalidades: ¿Existe una conciencia generacional entre los jóvenes cubanos en Cuba?” y, “Las juventudes cubanas en el marco de las relaciones intergeneracionales”.

Atendiendo a ello generaciones pueden distribuirse en seis hasta el 2019: la primera, los nacidos antes de 1943, que tendrían a partir de ese momento 76 años o más; segunda, los nacidos entre 1944 y 1949, que se distribuirán entre 75 y 70 años; tercera, de 1950 a 1961, que incluye a los que tienen de 69 a 58 años; cuarta, desde 1962 hasta 1975, en un rango que contempla individuos de 57 hasta los 44 años; quinta, incluye los márgenes de la Generación Cero, pues son, los nacidos entre 1976 y 1989. Son los jóvenes que tenían hasta el 2019 desde 43 años hasta 30; y la sexta, los nacidos de 1990 hacia adelante, con 29 años y menos. Atendiendo a estos rangos etarios, que están determinados sobre la base de diferentes acontecimientos sociales, se constata que la Generación Cero pertenece a la quinta generación la sociedad cubana actual.

Sirvieron también como fuente para establecer las determinantes de la relación entre literatura y sociedad otros estudios que reflejan características sociales de los entonces jóvenes y adolescentes que integran la quinta generación. Así, se habla de tendencias desintegradoras de la juventud, entre las cuales se cuentan: delitos, corrupción, prostitución, narcotráfico, emigración, suicidio, entre otras (Domínguez y Ferrer, 1996).

Referido a los efectos de la crisis económica pueden contarse, según Fabelo (2007), dos estudios realizados. Uno, en 1988, por Patricia Arés, en el Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas (CIPS), sobre las orientaciones del valor en la familia. Este revelaba, en esos años de gran estabilidad socioeconómica, transformaciones valorativas afines al proceso revolucionario. Luego, el otro estudio del mismo corte, realizado ahora por la Facultad de Psicología, pero en 1997 (durante la crisis socioeconómica), reveló un cambio de valores.

Concluye Fabelo (2007) que los cambios “reflejan la crisis económica por la que atraviesa la sociedad y su incidencia en la cotidianidad” (175). Debe tenerse en cuenta que el salario no garantizaba el nivel de consumo, y que dejó de verse la calificación profesional como una forma de ascenso social (Valdés, 2005; Castro, 2011). Para reforzar esta idea, podemos citar a Valdés (2005), el cual menciona entre los cambios ideoculturales, el de la inoperancia de la ideología del Estado ante los nuevos desafíos. Esta, alimentada desde el plano internacional, por los procesos de globalización neoliberal, el auge del imperialismo y la desmovilización de la izquierda política.

El criterio de cambio de valores es sostenido, además, enfocándose en lo literario, por Vega (2006) quien explica que hubo “un cambio del patrón referencial de la literatura cubana relacionado con todo el conjunto de transformaciones que sufrió nuestra sociedad” (163). La necesidad de romper con los estereotipos de comportamiento ideal manifiestos en la literatura y en la sociedad, eran expresión ya desde los años ’90. Como se ha corroborado la Generación Cero también se orienta hacia ese nuevo patrón referencial que está en correspondencia con los cambios que ha venido sufriendo la sociedad cubana.

Figueroa, Mederos y Ávila (2006) refieren cambios en la dimensión simbólica, asociados a un pragmatismo a ultranza en la obtención de beneficios económicos. Bajo ese mismo pragmatismo, Ferrer (2006) sostiene que se pone en tela de juicio la concepción tradicional de la estética sobre el buen vestir, la cual se hizo más funcional. Este mismo autor explica que, entre los efectos del golpe económico y las consecuentes medidas en aras de contrarrestar dicho impacto, se visualiza una tendencia a lo extranjerizante.

Además, Vega (2006) explica que las estrategias de supervivencia implican “la necesidad de legitimar [justificar] en la esfera personal lo que oficialmente es ilegal” (176). Reconoce una crisis de pensamiento producto de la crisis económica en las generaciones de jóvenes precedentes a la quinta generación. Alega, como síntoma de la crisis, el reconocimiento del sistema social cubano junto a una necesidad de mejorarlo (Vega 176). En contraposición, la crisis de sentido en la expresión poética de Generación Cero, significa la pérdida de la subjetivación de esa “necesidad”.

En esa dirección Avelino Couceiro (2009) refiere un cambio de valores relacionado con la educación formal. Ratificando también el cambio de valores, Domínguez, Castilla y Rego (2013) realizan un estudio en el que miden la estructura de aspiraciones de la juventud a lo largo de tres décadas (desde los años 80 a los 2000), y refleja la mudanza de las generaciones en ese criterio. En detrimento de las aspiraciones de superación y sociopolíticas, sostenidas hasta la década de los 80, se privilegiaban en los años 90 y en los 2000, las aspiraciones por la familia y las condiciones materiales.

Años 80

Años 90

Años 2000

1.

Superación

1. Familia

1. Familia

2.

Familia

2. Condiciones materiales de vida

2. Condiciones materiales de vida

3.

Sociopolíticas

3. Satisfacción spiritual

3. Superación

4.

Condiciones materiales de vida

Trabajo

Satisfacción espiritual

5.

Trabajo

Sociopolíticas

Trabajo

6.

Salud

La estructura de aspiraciones de la juventud a lo largo de tres décadas (desde los años 80 a los 2000)

Todas estas características de la sociedad bajo la cual los entonces adolescentes de la Generación Cero formaron su fondo vital o habitus primario, permite justificar la existencia del primer nivel de determinantes. Este es configurado a partir de precondiciones de homologías estimadas en este estudio que median la producción literaria. Por ellas nos referimos como resumen: al nuevo sistema de valores como expresión de la crisis que experimentaron los autores desde su adolescencia y a la reacción de las disposiciones preexistentes de la Generación Cero ante las políticas sociales asumidas en Cuba a inicios de los ‘2000. En esta relación consideramos se suscita el conflicto entre la Generación y los Nuevos Programas Sociales, los cuales proponían no solo contrarrestar los impactos de la crisis económica, sino también reactivar la participación juvenil, y lograr el fortalecimiento ideológico de los valores de la Revolución cubana en una generación que había sido producida por la crisis.

Posturas discursivas de la Generación Cero

A todo ello la regularidad de las homologías encontradas entre las características sociales de la Generación Cero y las de la expresión literaria de las y los poetas permitieron establecer sus posturas discursivas. Se pueden considerar las homologías entre literatura y sociedad no solo a partir de representaciones sociales, sino también a partir de la construcción de los referentes que signan a una generación literaria. Pueden definirse las posturas discursivas como las representaciones que, condicionadas por el habitus generacional, expresan a los escritores. Las posturas discursivas marcan esa tendencia del quehacer generacional que varía de generación a generación, y constituye los posicionamientos principales y constantes de su producción literaria.. Aplicando este concepto al conjunto de libros analizados, pueden extraerse algunas regularidades que definen las posturas discursivas de la Generación Cero.

De los libros de los autores analizados se puede observar en Huecos de araña de Jamila Medina, en 2009, un mundo onírico que expresa erotismo con descripciones exhaustivas. La insularidad es vista desde su visión particular, acaso disidente, a causa de los traumas que ha vivido. Oscar Cruz, con Las posesiones, 2009, destaca, desde su perspectiva de lo sexual, los valores de esa nueva sensibilidad aludidos después por Pardo (2013). Yunier Riquenes en el 2010, con su libro Claustrofobias sugiere en su discurso la necesidad de oponer a la claustrofobia, concepto que nombra su libro, una “libertad”: la libertad en las expresiones cotidianas de la vida, en la realización de sus anhelos, la ruptura de sus privaciones. Su libro es una válvula de escape que se exhibe desde el sentido de sus claustrofobias. Yanier H. Palao en A la intemperie, 2011 exhibe la vida del sujeto migrante en el territorio nacional (Holguín-La Habana). A la intemperie es una expresión de la hostilidad de la vida durante el ejercicio de la migración en la Cuba de la segunda década del nuevo siglo. Las expresiones de sus carencias intentan explicar la precaria situación del país y las pocas posibilidades que dentro de este vive el migrante. Otra vez Lega Rodríguez, pero ahora en 2013, destaca el contenido homoerótico en la metáfora de “chupar la piedra”, poema que da nombre al libro. También se puede observar, desde el propio otro Oscar Cruz en 2013, con un lenguaje más austero y directo que consigue referir, desde su libro La maestránza una realidad que expresa, también de manera austera y directa, los temas de lo sexual y la violencia. Este autor trata de ajustar contenido y forma en una propuesta que persigue la sensibilidad que le brinda su contexto y, rompe así con una parte de la tradición de la poesía cubana empeñada, según declara, en edulcorar la realidad. Se propone la revisión de la entrevista hecha a este poeta por el autor de este artículo en Sánchez (2012). Osmel Almaguer lleva un discurso metafórico en el que involucra una pendiente física como significado de su estado natural, su vida y, de esta misma forma titula el libro en el 2013, La pendiente. Establece en ello una especie de parangón con la situación del país. Sergio García Zamora escribe en Pabellón de caza 2013, un bestiario donde, salvo las homologías que sugiere de los humanos con las bestias precisa, si se quiere, un malestar con la sociedad. Palao (2013), desde Esteros, vuelve sobre la precariedad y, esta vez, hace refugiarse al poeta en la memoria, en sus orígenes, llevado todo como una metáfora de la evasión. Fija desde la imagen de los esteros, toda una vida, una infancia que ya desde entonces se hundía en el fango. Todo ello sugiere haber sido el móvil de su migración: primero a La Habana, luego a Quito, Ecuador. Palao dice haber huido del fango y también del suicidio. Maylan Álvarez sostiene un discurso de precariedad, primero en el 2013, en el que intenta justificar en la esfera personal lo que oficialmente tenido como ilegal en Cuba: la prostitución. Su poema “De las insinuaciones” del Tratado de la mala hierba antepone esa posibilidad como un gesto casi necesario ante la escasez y las crisis, ratificando así si desesperanza y desidia sobre la situación del país. Con Legna Rodríguez, en 2015, con su Hilo + hilo, vuelve a la exaltación del homoerotismo hasta consecuencias casi pornográficas. En el mismo año Osmel Almaguer figura, ahora desde otro simbolismo, la deformación de su pensamiento, de su persona. Bajo el título de Creatura, su discurso está orientado al caos como émulo de la realidad donde que vive.

La síntesis de estas y otras experiencias de lecturas de las y los poetas han permitido establecer regularidades que concibo como posturas discursivas de la Generación Cero. Aunque definitivamente no serán las únicas, entre ellas tenemos:

1 Postura frente a lo sexual: el tratamiento destabuizado del sexo; el sexo como divertimento, ejercicio, como mercado; 2 postura frente a lo social: tendencia a reducir el cerco de interés social condicionado por intereses personales; 3 postura frente a lo sociopolítico: visión crítica (a veces hipercrítica), que contempla a un tipo problematizador, a un tipo desaprobador resignado y a un tipo resiliente frente al contexto sociopolítico. En todo ello se observa la pérdida de peso en la subjetivación de estos contenidos, en comparación a cómo se tenían concebidos en generaciones anteriores; 4 postura frente a lo sagrado: pragmatismo; tendencia a destabuizar y desacralizar, banalizar, humanizar, e incluso ridiculizar lo tenido como sagrado a partir de las normas sociales (esto último muy relacionado con la postura social de los Millenials en lo que refiere al desapego).

El establecimiento de nuevas regularidades debe llevarse a cabo en futuras incursiones. Esta perspectiva sociológica podría ser muy provechosa para los acercamientos a generaciones literarias que se hacen desde los Estudios Literarios en Cuba. Con ella no solo se explicarían las homologías entre literatura y sociedad, sino que también se propiciaría argumentos para justificar la producción literaria de las generaciones a partir de las mediaciones de sus precondiciones de homologías. Además, se podrían establecer criterios de extensión generacional de un mismo grupo de coetáneos en una sociedad que va siendo cada vez más heterogénea.

Conclusiones

El establecimiento de las posturas discursivas ha brindado criterios concretos para considerar que, ese grupo de escritores, nacidos entre 1976 y 1986, que comienza a publicar a partir del 2000 es una generación literaria. La búsqueda de las homologías en sustentadores sociales de la Generación, permite encontrar antagonistas comunes de un grupo de coetáneos y establecer los criterios generacionales en función de las posiciones de las y los poetas frente a esos antagonistas, aunque estas, las posiciones, sean polares. El artículo demuestra que asumir un criterio generacional para hablar de la Generación Cero, no es una posición errada, antes, ha sido una concepción que no ha tenido en cuenta todas las condicionantes de una Generación. La posibilidad que tiene el investigador de establecer los criterios a través de los cuales va a explicar la generacional está en función de las posibles homologías que se encuentran a partir, en principio, de los sustentadores sociales y todo ello referido solamente al primer nivel de determinantes, aplicado en este artículo. Las criterios estilísticos y estéticos pueden variar y varían al seno de una generación, por tanto, son menos fiables para establecer una generación, pero sí grupos concretos dentro de esta en función de ella. Si varían los sustentadores sociales que producen los antagonistas de determinado grupo de coetáneos, entonces, ha variado también la extensión de la generación, se puede hablar de otra generación que comparte la coeternidad.

Agradecimientos

Este artículo fue financiado por la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo (ANID): Becas de DOCTORADO NACIONAL, 21241510

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