e-issn 2227-6513 santiago, 166, 2025
Artículo de Investigación
En torno a la definición de la socialización
On the definition of socialization
Sobre a definição de socialização
Oseiby Rivera Dominguez1*, ORCID: https://orcid.org/0000-0002-0632-2006
Omar Guzmán Miranda2, ORCID: https://orcid.org/0000-0001-6694-511X
Tamara Caballero Rodríguez3, ORCID: https://orcid.org/0000-0002-3317-3050
Armida Concepción-García4, ORCID: https://orcid.org/0000-0002-3531-7513
1-4Centro de Estudios del Desarrollo, Universidad Autónoma de Zacatecas, Zacatecas, México
2-3Universidad Autónoma de Zacatecas, Zacatecas, México
*Autor para correspondencia: oseiby1987@gmail.com
RESUMEN
Este artículo analiza el concepto de socialización desde sus principales enfoques teóricos, con el propósito de formular un constructo integrador. La sociología ha abordado la socialización desde cuatro perspectivas fundamentales: el aprendizaje en función de un orden social establecido; la influencia del entorno y el papel de las agencias de socialización; la interacción entre individuos orientada al desarrollo de habilidades y prácticas adquiridas mediante la socialización; y la emergencia de una auto-eco-organización de la realidad social, donde el aprendizaje presupone un proceso de internalización y externalización. Para el análisis, se adoptó el paradigma dialéctico y se empleó una metodología cualitativa basada en el análisis documental de Quintana (2006).
Palabras clave: socialización, aprendizaje, agencias, interacción, auto-eco-organización.
Abstract
This article aims to analyze the concept of socialization based on its fundamental arguments to establish a more integrative theoretical construct, which constitutes the main result. Sociology has approached socialization through four essential arguments: learning based on an existing order; the influence of the environment and the role of socialization agencies; the interaction between individuals in the development of competencies; and the emergence of a self-eco-organization of social reality, in which learning presupposes internalization-externalization. A qualitative methodology based on document analysis was employed.
Keywords: socialization, learning, agencies, interaction, self-eco-organization.
Resumo
Este artigo analisa o conceito de socialização a partir de suas principais abordagens teóricas, com o propósito de formular um construto integrador. A sociologia tem abordado a socialização sob quatro perspectivas fundamentais: a aprendizagem em função de uma ordem social estabelecida; a influência do ambiente e o papel das agências de socialização; a interação entre indivíduos orientada para o desenvolvimento de habilidades e práticas adquiridas por meio da socialização; e a emergência de uma auto-eco-organização da realidade social, onde a aprendizagem pressupõe um processo de internalização e externalização. Para a análise, adotou-se o paradigma dialético e utilizou-se uma metodologia qualitativa baseada na análise documental de Quintana (2006).
Palavras-chave: socialização, aprendizagem, agências, interação, auto-eco-organização.
Recibido: 20/9/2025 Aprobado: 1/10/2025
Introducción
La socialización ha sido objeto de estudio en disciplinas como la sociología, la psicología, la educación y la antropología, generando diversos constructos teóricos que sirven como herramientas para la investigación científica. Este fenómeno trasciende los límites disciplinarios, lo que hace necesario desarrollar marcos conceptuales más integradores desde una perspectiva científica.
La socialización no puede reducirse a un único aspecto, ya que involucra múltiples dimensiones interrelacionadas. Esta complejidad motivó la realización del presente estudio, en el que se plantea la siguiente interrogante teórica: ¿Cómo pueden articularse las diferentes argumentaciones sobre la socialización en el pensamiento sociológico sin que se excluyan entre sí?
A lo largo de la historia, la sociología ha abordado la socialización desde cuatro enfoques complementarios:
1. El aprendizaje se concibe como resultado de un orden social preexistente, bajo un enfoque determinista y objetivista, representado por Émile Durkheim (1966) y Talcott Parsons (1988).
2. Se reconoce la influencia del entorno y el papel de las agencias de socialización, donde los sujetos son moldeados por estructuras que diferencian entre socializadores y socializados. En este grupo se ubica la propuesta de Brígido (2006).
3. Se enfatiza la interacción entre individuos o grupos, destacando la formación de conocimientos y prácticas mediante el proceso de internalización y externalización, como lo plantean George Simmel (1986), el interaccionismo simbólico y la fenomenología.
4. Se propone una auto-eco-organización de la realidad social, que introduce una dialéctica orden-desorden en el aprendizaje, integrando elementos de estabilidad e incertidumbre en la construcción del mundo social. Esta perspectiva se encuentra en los trabajos de Humberto Maturana (2003), Edgar Morin (1995), Peter Berger (2003), Thomas Luckmann (2003) y Niklas Luhmann (2003).
Este trabajo propone una definición de socialización que integra estas perspectivas teóricas en un marco conceptual unificado. Por ello, su objetivo es analizar el concepto de socialización desde sus fundamentaciones esenciales para la formulación de un constructo teórico más integrador.
Metodología
Este artículo se enmarca dentro de la categoría de revisión, sustentándose en el paradigma dialéctico materialista como marco general para sistematizar las principales argumentaciones teóricas que han buscado explicar el proceso de socialización. Desde esta perspectiva, se analiza el fenómeno de "lo concreto representado [para llegar] a abstracciones cada vez más sutiles hasta alcanzar determinaciones más simples. Llegando a este punto, habría que (...) hacer el viaje a la inversa, hasta dar de nuevo con [lo más abstracto]" (Marx, 1969, p. 49).
Bajo esta lógica metodológica marxista, el estudio aborda la socialización en función de diversas dimensiones—como la interacción social, la internalización de significados y la externalización del actor, manifestadas en conductas observables. Estas conductas han sido examinadas por diversos investigadores a través de técnicas de observación, clasificación y análisis discursivo, permitiendo identificar cuatro líneas explicativas sobre el proceso de socialización, lo que contribuye a la construcción teórica de lo concreto representado.
Para profundizar en estas argumentaciones, se empleó un enfoque cualitativo, con el objetivo de sistematizar las diferentes perspectivas teóricas sobre el fenómeno estudiado. Se aplicaron técnicas de análisis, comparación, entrecruzamiento y formulación teórica, complementadas con análisis documental siguiendo los criterios establecidos por Quintana (2006), cuya metodología también ha sido utilizada por Rivera et al. (2024).
De acuerdo con Quintana (2006), se establecieron cinco criterios esenciales para la revisión y análisis de fuentes bibliográficas:
- Búsqueda bibliográfica amplia: Identificación de materiales que abordan el proceso de socialización desde diversas perspectivas, consultando bases de datos como Scielo y Scopus.
- Selección de fuentes: Clasificación de documentos en obras clásicas, libros fundamentales con actualidad teórica y artículos científicos recientes, utilizados por la comunidad académica.
- Pertinencia documental: Selección de "los documentos más pertinentes para los propósitos de la investigación" (Quintana, 2006, p. 66), priorizando aquellos centrados en dimensiones clave del proceso de socialización (interacción social, internalización y externalización), con énfasis en la perspectiva sociológica.
- Análisis detallado del contenido: Examinación del contenido para extraer elementos de análisis, consignándolos en "notas marginales que registren los patrones, tendencias, convergencias y contradicciones que se vayan descubriendo" (Quintana, 2006, p. 66).
- Análisis comparativo y constructo teórico: Comparación de las notas agrupadas en argumentaciones, lo que permitió construir un constructo teórico integrador, asegurando que las diferentes perspectivas no se excluyan entre sí.
Resultados y Discusión
La socialización, como fenómeno, ha sido analizada desde sus operaciones en los contextos sociales y educativos a través de diversas líneas de análisis y campos de estudio, donde el individuo y su proceso de internalización ocupan un lugar central. Dentro del pensamiento sociológico, en la primera argumentación, la socialización se concibe en función del orden. El planteamiento clásico corresponde a Durkheim, quien sostiene que: “la educación es la acción ejercida por las generaciones adultas sobre las que no están aún maduras (…). Tiene por objeto (…) desarrollar en el niño determinado número de estados físicos, intelectuales y morales que reclaman de él (…) la sociedad” (Durkheim, 1966, p. 16).
Desde esta perspectiva, una socialización exitosa implica la interiorización de las normas, pautas y valores significativos para la sociedad, permitiendo al individuo integrarse en ella. En este proceso, el sujeto desempeña un papel pasivo, subordinado a la sociedad y determinado por ella. Como resultado, la socialización se traduce en la adaptación del individuo a los grupos de los cuales forma parte.
Uno de los aspectos más influyentes de la concepción durkheimiana es su determinismo (Brigido, 2006). Sin embargo, desprenderse de esta visión reduccionista y determinista no resulta sencillo. Por ello, la misma afirma:
Es un proceso complejo que nos afecta a todos de manera continua desde el momento del nacimiento hasta la muerte y se da cada vez que establecemos un contacto o una comunicación con otros. La socialización es el recurso del que se vale la sociedad para que incorporemos sus pautas, las aceptemos y nos comportemos de acuerdo a ellas. (p. 67).
Lo que se debe criticar en Durkheim es lo mismo que podemos señalar en Brigido: la reducción determinista de la socialización a un orden preestablecido, lo que excluye su vínculo con el cambio tanto en la realidad construida como en quienes participan indistintamente en el proceso.
Siguiendo esta línea de análisis, podemos señalar como ejemplo que “la nueva realidad demanda un cambio en la percepción de la educación tradicional, en la que el docente tenía la verdad absoluta y los estudiantes eran concebidos como recipientes en los que se depositaban conocimientos” (Talavera & Junior, 2020, p. 179). En esta percepción de la educación, el proceso de socialización es un aspecto central que, en las condiciones actuales, requiere una mayor integración mediante el uso de tecnologías de la comunicación e información, lo que permite una mayor flexibilidad y un enfoque más amplio y complejo.
En este sentido, la socialización no debe entenderse únicamente como un proceso que se origina desde el exterior, desde el orden social y las normas impuestas por la sociedad, hacia los individuos. Si bien este enfoque plantea la socialización como un punto de partida para el aprendizaje, también es necesario considerarla como un punto de llegada, resultado de la participación activa de los actores en la construcción de la realidad. En este proceso, los individuos adquieren conocimientos pertinentes para su integración social y los enriquecen con saberes heredados del pasado y experiencias previas.
Siguiendo esta línea de análisis, que pondera el equilibrio y mantenimiento del orden social, se encuentra la perspectiva de Talcott Parsons. Según Parsons (1988):
Las orientaciones que un actor ejecuta en su rol no son innatas, sino que deben adquirirse mediante el aprendizaje. Antes de que el actor interiorice la orientación de rol correspondiente, su comportamiento tiende a equilibrar la interacción social. Este proceso se denomina socialización y, dentro de él, los mecanismos motivacionales que garantizan su funcionalidad para el sistema reciben el nombre de mecanismos de socialización. (p. 205).
Desde esta perspectiva, la socialización equivale a la asignación de roles a los individuos. Parsons sostiene que los rasgos fundamentales del carácter, moldeados en la infancia —siguiendo la teoría de Freud—, presentan una estabilidad significativa. Esto se debe, entre otras razones, a que se desarrollan mediante la identificación. Posteriormente, en la transición a la adultez, la imitación se convierte en el mecanismo de aprendizaje más relevante (Parsons, 1988). En este sentido, el autor distingue entre la socialización primaria, que ocurre en los primeros años de vida y constituye la base estructural de la personalidad, y la socialización secundaria, orientada hacia el aprendizaje de roles específicos que el individuo asumirá progresivamente.
El estructural funcionalismo establece que la socialización implica la adaptación de los individuos a las representaciones sociales y su integración en las estructuras existentes. Desde esta perspectiva, la socialización se concibe como un proceso de influencia sobre el individuo y como un mecanismo de transmisión de valores y normas sociales (Carrillo, 2018, p. 12).
Más que una mera adaptación, el individuo incorpora los componentes de estas representaciones y participa activamente en el proceso, integrándose a las estructuras sociales mediante mecanismos mediadores. Este fenómeno no se presenta de forma aislada, sino que está interconectado y se manifiesta simultáneamente en distintos niveles.
Aunque en determinadas circunstancias se ha argumentado que esta postura percibe al individuo como una amenaza al orden establecido, esta interpretación no es aplicable en todas las dimensiones del proceso de socialización. Las instituciones y estructuras sociales transmiten un núcleo de significados fundamentales para la convivencia, y si el individuo no los incorpora, su integración se verá afectada. En consecuencia, existe una tendencia a la búsqueda de un orden en el que el individuo pueda encajar y desarrollarse. No obstante, esto no implica que dicho orden sea inmutable ni que el proceso de socialización esté exento de generar conflictos o desajustes. Precisamente, este es uno de los principales errores del estructural funcionalismo, ya que, al asumir la estabilidad del orden social como un elemento inalterable, se niega la posibilidad de cambio.
La segunda argumentación enfatiza la influencia del entorno y de las agencias de socialización en el proceso de socialización. Los grupos y unidades sociales constituyen dichas agencias, ya que el proceso de socialización ocurre dentro de ellas. Por esta razón, todas las formaciones sociales en las que el individuo participa pueden definirse como agencias de socialización. Este proceso se manifiesta cada vez que ocurre una interacción (Brigido, 2006).
Las agencias de socialización vertical desempeñan un papel fundamental en la formación y transmisión de pautas culturales a lo largo de la vida de las personas. En este contexto, la familia y la escuela, a través de la influencia de los padres y maestros, juegan un rol central en la socialización primaria. Según Berger y Luckmann (2003), esta fase de socialización es “la primera por la que el individuo atraviesa en la niñez; por medio de ella se convierte en un miembro de la sociedad” (p. 166).
Siguiendo la postura de los interaccionistas simbólicos, se puede decir que, desde los primeros años de vida, el niño internaliza los significados de los elementos del mundo que lo rodea, percibiéndolos como el único mundo existente. A través del lenguaje, establece un vínculo entre lo que es real en el exterior—como una entidad objetiva—y lo que se configura como real dentro de sí mismo. El lenguaje, entonces, no solo le permite relacionar el mundo objetivo con el subjetivo, sino también identificar y definir su propia identidad en comparación con otros objetos o seres (por ejemplo, "yo soy astuto y valiente como el león"). De este modo, el niño aprende a verse a sí mismo simultáneamente como sujeto y objeto.
Además, el juego representa una herramienta clave en este proceso de socialización. A través de la imitación de roles, el niño asimila diversas funciones dentro de su entorno. Aprende, por ejemplo, el papel de su padre en la familia, percibiéndola como un equipo, o comprende la importancia de cada posición dentro de un juego. Gradualmente, esta interacción le permite desarrollar un entendimiento más amplio de los roles sociales.
En una etapa más avanzada, el niño comienza a realizar generalizaciones con base en experiencias previas. Esta capacidad de abstracción le permite inferir normas sociales, como la necesidad de no derramar la sopa al comer. Al notar que su padre, su abuela y otros miembros de la familia comparten dicha expectativa, el niño comprende que este comportamiento responde a una regla socialmente aceptada y aplicable en distintos contextos. Mead (como se citó en Berger y Luckmann, 2003) plantea que esta interiorización de normas es clave en la construcción del conocimiento social.
Las personas dentro de una estructura social—como la familia—atribuyen significados diversos a los elementos de su entorno. Berger y Luckmann denominan a estas personas “otros significantes”, ya que cada una posee una interpretación propia de la realidad. Para que el niño pueda desarrollar su propio sistema de significados, es necesario que generalice las interpretaciones de los demás significantes. Así, llega a la noción del "otro generalizado", un conocimiento construido a partir de la realidad objetiva y que, simultáneamente, se integra a su mundo subjetivo.
El producto social, entendido como otro generalizado, es posible gracias al lenguaje, que cumple una doble función: por un lado, transmite el contenido objetivo de los elementos externos y, por otro, permite la representación subjetiva de dichos elementos en la mente del individuo.
Este proceso incluye diversas dinámicas más específicas, como experimentar, compartir, relacionarse, interactuar con los demás, sentir nuevas sensaciones y evocar recuerdos (Correa y Estrella, como se citó en Ángeles y Hernández, 2022). A través de estos mecanismos, las agencias de socialización ejercen una influencia profunda en la construcción de la identidad del individuo.
La socialización secundaria incorpora nuevos conocimientos sobre la base de los constructos de primer orden adquiridos durante la socialización primaria. En este proceso, la escuela, como agencia de socialización vertical, desempeña un papel fundamental al contribuir a la transmisión y adaptación de los valores culturales, sociales y educativos.
Desde la perspectiva antropológica, la socialización se inserta dentro del marco de la cultura, que delimita las experiencias socializadoras. Según Demarche y Ellena (1986), “la antropología (…) inserta la socialización en (…) la cultura que determina los límites de las experiencias socializadoras. El problema básico lo constituyen el mantenimiento y la continuidad de los modelos culturales prevalecientes y su transmisión de generación en generación” (p. 1574).
Estos modelos culturales no solo establecen patrones de comportamiento, sino que también funcionan como motores ocultos de ciertas funciones latentes dentro de las dinámicas sociales. Por esta razón, su estudio detallado es esencial para comprender el fenómeno de la socialización en toda su profundidad. Constituyen, además, un referente necesario para el desarrollo de los procesos socializadores en las distintas etapas de la vida.
Sigmund Freud profundizó en esta cuestión desde una perspectiva psicológica, otorgándole una gran importancia a la formación del inconsciente durante los primeros años de vida del niño. Según su teoría, esta etapa ejerce una influencia duradera sobre la conciencia del individuo a lo largo de su vida. En su concepción, la configuración del inconsciente es resultado de una suerte de socialización del superyó—la cultura—sobre el ello, lo que posteriormente se manifestará en el yo.
De acuerdo con Freud, las fuerzas instintivas del ser humano se estructuran dentro de cada persona en forma de Eros y Tánatos, expresando así la impronta del amor y la agresividad en la vida del individuo. En esta línea de análisis, se observa una notable influencia de la cultura sobre el inconsciente, y a su vez, del inconsciente sobre el nivel consciente de las personas. De este modo, la psique del individuo queda determinada por fuerzas instintivas ocultas y latentes, provenientes tanto de la cultura como de las profundidades del yo.
Para que los elementos más primitivos sean moldeados y adecuados a la convivencia social, deben someterse a un proceso de domesticación en la interacción con el sistema de creencias, ideas, representaciones, normas, valores, restricciones, castigos, y otras emergencias sociales construidas por la sociedad. Sin duda, el ser humano nace con ciertos impulsos vinculados a su estado más instintivo y animal. En determinadas circunstancias, estos impulsos cumplen funciones esenciales para la supervivencia y reproducción del individuo.
A medida que el ser humano se desarrolla, coexisten diversos niveles de realidad, entre los que destacan la naturaleza y la sociedad. Ambos interactúan de manera constante, lo que implica que ciertos impulsos naturales pueden entrar en conflicto con las estructuras sociales preexistentes. Dichas estructuraciones preceden al nacimiento del individuo, por lo que este debe integrarse a ellas mediante procesos de regulación y adaptación.
Desde una perspectiva sociológica, el estudio de lo social busca una aproximación autónoma al fenómeno de la socialización. En este sentido, se plantea que “el fin de la socialización es la conformidad social. Si se conocen las normas y las sanciones de la estructura social, se puede predecir el comportamiento de los individuos sin necesidad de prestar atención a los detalles del aprendizaje” (p. 1575).
Esta concepción parte de la premisa de que existe un orden infalible como pauta universal de la socialización. Sin embargo, esta visión ignora las incertidumbres y complejidades que emergen de mundos subjetivos ricos, donde los individuos generan conflictos y consensos diversos. Estos procesos, lejos de garantizar una estabilidad absoluta, introducen desorden dentro del aparente equilibrio, lo que a su vez da origen a nuevas formas de organización social y transformación de la vida.
La tercera argumentación concibe la socialización como un proceso de interacción entre dos o más personas o grupos, orientado a la formación de conocimientos, hábitos y costumbres. Desde esta perspectiva, la socialización se vincula estrechamente con la construcción social de la realidad a través de mecanismos de internalización y exteriorización. El enfoque clásico de esta argumentación fue desarrollado por George Simmel, quien fue el primero en abordar este concepto de manera amplia.
Según Simmel (1986), la socialización solo ocurre cuando la coexistencia aislada de los individuos adopta formas específicas de cooperación y colaboración, que pueden entenderse bajo el concepto general de acción recíproca. Al respecto, señala:
“[...] es la forma [...] en la que los individuos, sobre la base de los intereses sensuales o ideales, momentáneos o duraderos, conscientes o inconscientes, que impulsan causalmente, [...] constituyen una unidad dentro de la cual se realizan aquellos intereses” (Simmel, 1986, pp. 16-17).
Esta concepción de socialización enfatiza la importancia de los intereses compartidos, ya sean conscientes o inconscientes, y cómo estos dan lugar a la formación de unidades sociales en las que se concretan dichas motivaciones.
Este enfoque confirma que la socialización no es simplemente el efecto de un individuo sobre otro, sino un proceso de acción recíproca, donde ambas partes constituyen una unidad como producto social.
Desde otra perspectiva dentro de la misma argumentación, el Interaccionismo Simbólico interpreta la socialización como el proceso de formación del Self, a través del cual el individuo aprende a verse simultáneamente como sujeto y objeto dentro de la interacción social. Según George Herbert Mead, el Self surge y se desarrolla mediante la actividad social y las relaciones interpersonales.
Dentro de este marco de conceptos interrelacionados, la socialización es un proceso dinámico, que permite a las personas desarrollar la capacidad de pensamiento de una manera específicamente humana. Durante este proceso, los individuos aprenden los significados de las cosas y establecen interrelaciones basadas en significados compartidos (Blumer, 1982).
En otras palabras, los sujetos sociales interpretan la realidad y generan patrones de estructuración comunicativa dentro de una situación determinada (Longo & Benvenga, 2021).
Siguiendo esta misma línea de formación del individuo, la fenomenología de Alfred Schutz sostiene que las personas adquieren y almacenan tipificaciones a lo largo de su vida a través del proceso de socialización. Estas tipificaciones, junto con ciertas "recetas" derivadas de experiencias previas, han superado la prueba del tiempo y han llegado a institucionalizarse como herramientas tradicionales y habituales de la vida social, principalmente a través del lenguaje. Según Schutz, siempre que utilizamos el lenguaje, estamos tipificando, es decir, asignando categorías y significados previamente establecidos dentro de un contexto social.
En relación con la socialización, Peter Berger plantea tres tesis fundamentales para el estudio del fenómeno. Según el autor, “mucho más importante es que la actividad constructora de mundos del hombre es, siempre e inevitablemente, una empresa colectiva” (Berger, 1969, p. 19). Esta afirmación sustenta la concepción de la socialización como un proceso dialéctico, en el que los individuos no solo reciben influencias externas, sino que también contribuyen activamente a la transformación social.
El proceso dialéctico fundamental de la sociedad según Berger se estructura en tres momentos o etapas interdependientes: externalización, objetivación e internalización. Estos tres momentos deben comprenderse de manera conjunta:
1. Externalización: Representa el vuelco permanente del ser humano hacia el mundo, manifestado a través de la actividad física y mental. En este proceso, los individuos generan ideas, acciones y expresiones que configuran la realidad social.
2. Objetivación: Se refiere a la consolidación de los productos de la actividad humana como una realidad que se presenta ante sus creadores como una facticidad externa y distinta de ellos.
3. Internalización: Implica la reapropiación de estos productos objetivos dentro de la conciencia individual, permitiendo que las normas, valores y significados socialmente establecidos sean incorporados y asumidos como parte de la identidad del sujeto (Berger, 1969, p. 14).
A partir del reconocimiento del carácter colectivo de la socialización y de sus momentos fundamentales, es posible concluir que, según Peter Berger, “el hombre no solo crea un mundo, sino que también se crea a sí mismo. Para decirlo con mayor precisión, se crea a sí mismo en un mundo” (p. 17).
En esencia, este proceso constituye la socialización, en la cual el individuo transita continuamente entre la incorporación de mundos adquiridos y la formación de mundos subjetivos. Este dinamismo se da en interacción con otros individuos, quienes atraviesan el mismo proceso, enriqueciendo la construcción social de la realidad mediante la acción recíproca.
La cuarta argumentación concibe la socialización como un proceso de auto-eco-organización de la realidad social, en el que el aprendizaje implica la internalización y externalización dentro de una dinámica dialógica orden-desorden. Hasta ahora, la socialización ha sido interpretada desde una perspectiva centrada únicamente en algún aspecto de lo social, como si la realidad pudiera fraccionarse sin reconocer su carácter interconectado. Sin embargo, la socialización debe comprenderse como un tejido complejo, en el que múltiples dimensiones interactúan en un proceso de formación y transformación constante.
Este enfoque fue inicialmente desarrollado desde la biología por Humberto Maturana, quien introdujo los conceptos de autopoiesis, clausura operacional y acoplamiento estructural, más tarde adoptados por Niklas Luhmann y otros teóricos. Maturana sostiene que no existe una discontinuidad entre lo social, lo humano y sus raíces biológicas, lo que fundamenta la concepción de la socialización desde una perspectiva compleja (Rodríguez & Torres, 2003).
Para Edgar Morin, la sociedad es un sistema abierto, en el que el fenómeno social adquiere una naturaleza multidimensional, generando una coproducción entre individuo, sociedad y cultura. Este enfoque permite comprender la socialización como un proceso único, que no puede reducirse a ninguno de sus componentes por separado.
Así, tanto el concepto de sociedad como el de socialización suponen una realidad recursiva y dinámica, resultado de una dialógica orden-desorden en función de una organización emergente, producto de interacciones que generan sistemas lejos del equilibrio. Para entender este proceso, es necesario reconocer que las partes de un sistema no solo interactúan entre sí, sino que también retroactúan con el sistema como un todo, configurando una estructura en constante transformación.
En este marco, todo orden oculta dentro de sí el desorden, y ambos elementos se retroalimentan, facilitando la organización del sistema. Se trata de un antagonismo latente, capaz de irrumpir en cualquier momento, rompiendo la apariencia homeostática del orden establecido y generando estados de crisis. Estas crisis sitúan a la sociedad en una constante búsqueda de nuevos sentidos, los cuales emergen desde el desorden y, a su vez, se integran al orden preexistente.
Según Morin (1995), la crisis introduce el papel de lo singular, lo eventual y el azar, elementos que condicionan la evolución de los sistemas sociales. En su visión implícita de la socialización, Morin plantea que la auto-eco-organización de los sistemas se da a través de mecanismos de retroalimentación, lo que permite el desarrollo de un bucle orden-desorden en función de la organización social.
Este principio rompe con la causalidad lineal tradicional, proponiendo un modelo basado en múltiples interacciones y una causalidad circular, lo que impide adherirse a una visión determinista de la sociedad. En este contexto, la incertidumbre cobra relevancia, junto con lo que Robert Merton denomina “consecuencias imprevistas o no deseadas”, elementos esenciales y muchas veces ocultos, hacia cuyo estudio dirige su atención la sociología.
A partir de la retroalimentación entre las cuatro argumentaciones expuestas, se configura una definición compleja de la socialización. La socialización es un proceso de aprendizaje basado en la interiorización y exteriorización de prácticas, conocimientos, habilidades y valores, tanto grupales como individuales, construidos de manera permanente en diversos niveles de la realidad—social, psicológico, biológico y físico—e integrados en la sociedad.
Este proceso surge como resultado de múltiples interacciones y organizaciones, que ocurren entre individuos, quienes intercambian constantemente las posiciones de socializado-socializador; entre los individuos y los agentes de socialización—tales como la familia, la escuela, el Estado, la iglesia, los centros laborales, los grupos de pares y los espacios de ocio—; y entre cada uno de estos agentes con el todo social construido, el cual, a su vez, influye en la emergencia de cada uno de ellos.
La socialización se lleva a cabo a través de medios existentes en la sociedad, previamente socializados y simbólicamente generalizados en experiencias anteriores de distintos actores. Dichos medios pueden manifestarse en forma de factores económicos (dinero), políticos (poder), sociales (integración, amor) y culturales (conocimientos, valores, artes).
Esta definición comprende diversos aspectos interrelacionados que configuran la complejidad del proceso de socialización. Estos son:
1. Las propiedades intrínsecas de la socialización, que la hacen visible como un fenómeno externo y directo. Se manifiestan a través de un proceso de aprendizaje, donde los sujetos y grupos internalizan y externalizan prácticas dentro de una realidad compleja y multidimensional.
2. Los elementos constitutivos de la socialización como sistema social, que están representados por los actores que participan en interacciones recíprocas.
3. Los factores que median en las interacciones entre actores, influyendo en la dinámica del proceso socializador.
Para que la socialización se manifieste como un proceso integral, es necesario que propiedades, actores y factores se articulen de manera cohesiva, permitiendo su emergencia y consolidación dentro de la estructura social.
A estos aspectos se suman otros igualmente importantes:
4. El contexto en el que ocurre la socialización, determinado por las agencias de socialización y su entorno general. Este contexto abarca desde la ubicación local del proceso de socialización hasta su dimensión global, incluyendo factores socioeconómicos, políticos y culturales que influyen en las personas involucradas.
5. Las operaciones que posibilitan la socialización, fundamentadas en los procesos de comunicación mediante el lenguaje. A través de la interacción simbólica, se generalizan las propiedades socializadoras, los actores involucrados, los medios de comunicación y las distintas realidades—tanto materiales como ideales—que conforman el entramado social.
6. Los mecanismos de retroalimentación negativa y positiva, esenciales para comprender los procesos de orden, desorden, conflicto y cambio en función de la auto-eco-organización de la socialización dentro del sistema social. Estos mecanismos deben ser aprendidos, internalizados y externalizados como parte del proceso socializador, permitiendo la adaptación y evolución constante de los individuos y las estructuras sociales.
Si analizamos la definición de socialización que se está proponiendo, podemos identificar sus propiedades intrínsecas, expresadas en el proceso de aprendizaje y en la interiorización-exteriorización de prácticas, conocimientos, habilidades y valores que emergen en la sociedad con la participación de diversos actores sociales. Este proceso se estructura en varias dimensiones:
1. El proceso de aprendizaje e interiorización-exteriorización en sí, como mecanismo fundamental de socialización.
2. Los contenidos socializados, que incluyen prácticas, conocimientos, habilidades y valores.
3. Los niveles de la realidad en los que se construyen dichos contenidos, abarcando el ámbito social, psicológico, biológico y físico, concebidos como un sistema integral y dinámico.
4. La interacción con la sociedad en su totalidad, considerando su complejidad como un ente que es creado por los individuos y, al mismo tiempo, los configura socialmente.
En este proceso mutuo de socialización, la sociedad se internaliza en los individuos, quienes incorporan sus estructuras y valores, convirtiéndose así en portadores del otro generalizado. Al mismo tiempo, los individuos influyen en la sociedad, dejando su impronta y contribuyendo activamente a la evolución de sus dinámicas sociales.
Este intercambio continuo posibilita el desarrollo de mecanismos de retroalimentación interna, fundamentales para la auto-eco-organización de la sociedad como sistema. A través de este proceso, la socialización adquiere un carácter recursivo y dialéctico, permitiendo la adaptación y transformación constante tanto de los individuos como del entorno social.
Cuando la sociedad crea, se establece un proceso de socialización de afuera hacia adentro, en el que se prioriza la interiorización y subjetivación del mundo externo por parte de los actores sociales. En este proceso, lo socializado en el presente converge con lo socializado en el pasado, formando un mundo interno propio que da lugar a la configuración de la conciencia del individuo o del grupo.
Esta conciencia, como resultado del proceso de socialización, integra el pasado, el presente y el futuro del sujeto, uniendo lo que ha aprendido anteriormente, lo que está aprendiendo en el momento actual y lo que proyecta aprender en el futuro. Así, la evolución de la conciencia se manifiesta como un proceso continuo de ampliación y profundización de la socialización.
Por otro lado, cuando la sociedad es creada, nos referimos al proceso de socialización de adentro hacia afuera, en el que se privilegia la exteriorización y objetivación del mundo interno del individuo y del grupo hacia la realidad externa. En esta dinámica, los sujetos aportan activamente a la sociedad, socializando sus propios conocimientos, prácticas y valores.
Resulta insuficiente concebir la socialización únicamente como un proceso de recepción de influencias sociales, sin reconocer su dimensión de contribución al entorno. Por ello, la socialización es un proceso bidireccional, en el que la interiorización y la subjetivación permiten la formación del mundo interno de la persona, mientras que la exteriorización posibilita la participación creativa de los individuos en la estructuración del ser social y la realidad colectiva.
El aprendizaje, en este sentido, desencadena procesos de internalización-exteriorización, mediante los cuales se construyen mundos internos y, a su vez, los actores socializados contribuyen a la formación de mundos externos (Berger, 1969). Así, la socialización se configura como un proceso dialéctico, en el que la dinámica de afuera hacia adentro y de adentro hacia afuera se complementan mutuamente, generando una interacción continua entre el individuo y el contexto social.
Este proceso implica la confluencia de diversos actores sociales con distintas formaciones dentro de un ente social único, generando una dinámica de desorden dentro del orden. A partir de esta dialógica orden-desorden, se configura una organización compleja, en la que estos procesos se construyen desde el azar y las contingencias, dando lugar a consecuencias imprevistas.
En este contexto de asociación, el aprendizaje conduce a la formación de múltiples formas individuales y grupales, caracterizadas por distintos contenidos que incluyen prácticas, conocimientos, habilidades y valores. La asimilación de estas formas y esencialidades supone un proceso dual de interiorización y exteriorización, concebido como dos caras de un mismo fenómeno de socialización.
En este sentido, los actores, tanto grupales como individuales, no solo internalizan los distintos momentos de la sociedad y su complejidad, integrándolos como propios, sino que también estructuran su conciencia, incorporando el mundo aprendido en el presente con las experiencias adquiridas en el pasado. Este proceso de socialización interna genera identidad, dando lugar a una construcción única dentro de cada individuo, basada en la interconexión con los demás seres y las realidades preexistentes.
Simultáneamente, el individuo o grupo desarrolla la capacidad de exteriorización y objetivación, proyectando su mundo interno hacia el entorno social. A través de este proceso, contribuyen con sus ideas, conocimientos, habilidades y valores al todo social, el cual, a su vez, retroactúa sobre ellos. Esta constante interacción refuerza los mecanismos de internalización, consolidando la estructura dinámica de la socialización.
Los actores sociales, al interactuar entre sí, hacen posible la socialización. Se trata de un tejido en forma de red, en el que cada actor se encuentra en constante relación con los demás, participando activamente en la construcción del proceso socializador. En este sentido, ningún actor existe de manera aislada, sino que está inmerso en una red de interacciones, lo que refuerza la naturaleza interdependiente de la socialización.
Sobre este concepto de actor-red, Latour (2008) profundiza, estableciendo una visión en la que los actores sociales no son entidades autónomas, sino nodos dentro de una estructura dinámica que influye en la configuración de la realidad social. La interacción entre estos actores, junto con los elementos y estructuras que los vinculan, da forma a un proceso de socialización complejo y recursivo.
Así, todos estos elementos operan en la definición que se propone, reflejando la complejidad inherente al proceso de socialización y su carácter dinámico dentro del entramado social.
Conclusiones
A modo de conclusión, se puede afirmar que la combinación de diversas posturas e interpretaciones sobre la definición de socialización ha permitido la elaboración de un constructo teórico integral, que incorpora todos los aspectos fundamentales del proceso. Esta concepción no reduce la socialización al individuo, al grupo, a las prácticas, a las agencias de socialización o a los agentes socializadores, sino que reconoce e integra cada una de estas dimensiones, considerando los aportes de distintas escuelas teóricas y sus argumentaciones.
Desde cada una de estas perspectivas se analiza aspectos específicos del fenómeno socializador. Sin embargo, al establecer una relación entre ellas, no solo se han integrado, sino que también han revelado niveles de análisis transversales, capaces de trascender las fronteras tradicionales de las ciencias sociales. Como resultado, se ha logrado una definición incluyente, que refleja la complejidad del proceso de socialización y su carácter multidimensional dentro del entramado social.
Agradecimientos
Los autores agradecen el apoyo brindado por las universidades Autónoma de Zacatecas y de Oriente, al Centro de Estudios del Desarrollo, los editores de la Revista Santiago y otras instituciones que colaboraron con este proyecto.
Referencias bibliográficas
Ángeles, L., y Hernández, O. (2022). Interacción a través de la pantalla. la socialización de niños y niñas desde sus casas. Educamazônia-Educação, Sociedade e Meio Ambiente, 15(2), 210-235.
https://periodicos.ufam.edu.br/index.php/educamazonia/article/view/10224
Berger, P. (1969). El dosel sagrado. Editorial Amorrortu.
Berger, P., & Luckmann, T. (2003). La construcción social de la realidad. Buenos Aires, Argentina: Editorial Amorrortu.
Blumer, H. (1982). El interaccionismo simbólico: Perspectiva y método. Editorial Hora S.A.
Brígido, A. (2006). Sociología de la educación: Temas y perspectivas fundamentales. Editorial Brujas.
Carrillo, S. (2018). Socialización mediática infantil: Un acercamiento teórico-conceptual. Senderos Pedagógicos, (9), 11-22.
https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=7887047
Demarchi, F., & Ellena, A. (1986). Diccionario de sociología. Editorial Paulinas.
Durkheim, E. (1966). Educación y sociología. Editorial Shapire.
Latour, B. (2008). Reensamblar lo social. Editorial Manantial.
Longo, M., & Benvenga, L. (2021). Dos enfoques para el análisis sociológico de la vida cotidiana: Interaccionismo simbólico y etnometodología. Contribuciones a las Ciencias Sociales.
https://www.eumed.net/es/revistas/contribuciones-ciencias-sociales/enero-2021/interaccionismo-simbolico-etnometodologia
Morin, E. (1995). Sociología. Editorial Técnicos S.A.
Parsons, T. (1988). El sistema social. Editorial Alianza.
Rodríguez, D., & Torres, J. (2003). Autopoiesis: La unidad de una diferencia. Luhmann y Maturana. Sociología, 5(9), 106-140.
https://doi.org/10.1590/S1517-45222003000100005
Simmel, G. (1986). Sociología: Estudios sobre las formas de socialización. Editorial Alianza.
Quintana, A. (2006). Metodología de investigación científica cualitativa. En Psicología: Tópicos de actualidad (pp. 47-82). Lima, Perú: UNMSM.
Marx, K. (1968). Introducción general a la crítica de la economía política / 1857. Editorial Pasado y Presente.
Talavera, F. J., & Junior, H. (2020). La educación en tiempos de pandemia: Los desafíos de la escuela del siglo XXI. CIEG, Revista Arbitrada del Centro de Investigación y Estudios Gerenciales.
https://scholar.google.com/scholar?cluster=3581884600753219706&hl=es&as_sdt=2005&sciodt=0,5
Rivera Domínguez, O., Guzmán Miranda, O., & Caballero Rodríguez, T. (2024). El capital cultural de la familia en el desarrollo social del niño. EduSol, 24(87), 111-126. https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=9538216
Declaración de conflictos de interés: Los autores declaran que no existen conflictos de intereses.
Declaración de contribución de autoría utilizando la Taxonomía CRediT:
Oseiby Rivera Dominguez: Autor principal, redacción formal del texto científico. Investigador líder jefe del proyecto. Teoría, metodología, validación, análisis de los resultados.
Omar Guzmán Miranda: Coautor, colaboración con la conceptualización, investigación, análisis formal, metodología, redacción-revisión y edición.
Tamara Caballero Rodríguez: Coautora, colaboración con la conceptualización, investigación, análisis formal, metodología, redacción-revisión y edición.
Armida Concepción-García: Coautora, colaboración con la conceptualización, investigación, análisis formal, metodología, redacción-revisión y edición.
Declaración de originalidad del manuscrito: Los autores confirman que este texto no ha sido publicado con anterioridad, ni ha sido enviado a otra revista para su publicación.
Declaración de aprobación por el Comité de Ética: Los autores declaran que la investigación fue aprobada por el Comité de Ética de la institución responsable, en tanto la misma implicó a seres humanos
Declaración de originalidad del manuscrito: Los autores manifiestan que este texto no ha sido publicado con anterioridad, ni ha sido enviado a otra revista para su publicación.
pdf&Expires=1751610727&Signature=GRMtkf514oPzCxlEWC7G5ViosesiiGwfpeIhYi6uGoKxXEUzKQlDznbeVhOsHbx4
Ministerio de Cultura del Perú. (2021). El Qhapaq ñan y la ruta del Spondylys en el extremo norte. Biblioteca Nacional del Perú. https://repositorio.cultura.gob.pe/bitstream/handle/CULTURA/1372/Proyecto%20Qhapaq%20%c3%91an%20-%20El%20Qhapaq%20%c3%91an%20y%20la%20Ruta%20del%20Spondylus%20en%20el%20extremo%20norte.pdf?sequence=1&isAllowed=y
Ministerio de Turismo del Ecuador. (01 de 03 de 2019). Spondylus, símbolo de gran importancia en el Ecuador. https://www.turismo.gob.ec/spondylus-simbolo-de-gran-importancia-en-el-ecuador/
Nájera, O. (2019). MITO, SÍMBOLO Y SUEÑO La dimensión de lo sagrado en la obra de Mircea Eliade. An@lítica, 2(2), 138-150. http://revista-csh.ler.uam.mx/index.php/rda/article/view/68/53
Northover, R. (2021). Durkheim’s totemic principle, shamanism and Southern African San religions. HTS Teologiese Studies/Theological Studies, 77(2). https://hts.org.za/index.php/hts/article/view/6709/18769
Olsen, K. (2010). Patrones de asentamiento, rutas de comunicación y mercancías de intercambio a larga distancia en el Formativo Tardío del Austro Ecuatoriano. Bulletin de l'Institut français d'études andines, 39(3), 683-696. https://www.redalyc.org/pdf/126/12620971013.pdf
Pano, J. (2023). La cerámica ecuatoriana del periodo Formativ ormativo. Las culturas Valdivia, Machalilla y Chorrera. Tejiendo imágenes. Homenaje a Victòria Solanilla Demestre, 257-264. https://doi.org/10.32873/unl.dc.zea.1425
Quinatoa, E. (2021). Discurso de incorporación: La concha "Spondylus" o “Mullu”, su importancia para los pueblos ancestrales de América y su situación actual. Boletín Academia Nacional De Historia, 99(205), 327–406. https://academiahistoria.org.ec/index.php/boletinesANHE/article/view/201
Saavedra, C., & Bernal, L. (2023). Estructura y contenidos del imaginario ritual de limpia en los Andes Ecuatorianos. LATAM Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales y Humanidades, 4(2), 2972-2987. https://latam.redilat.org/index.php/lt/article/view/809
Tigrero, J., & Balmaseda, C. (2020). Saberes ancestrales y tradicionales agropecuarios en comunas de la provincia de Santa Elena. Centrosur Instituto Superior Edwards Deming, Ecuador, 1(5), 1-7. https://portal.amelica.org/ameli/journal/646/6462909003/6462909003.pdf
Tord, M. (2021). Entorno natural del Camino Inca. En Ministerio de Cultura del Perú, El Qhapaq Ñan y la ruta del Spondylus en el extremo norte (págs. 44-59). Repúblical de Perú. https://repositorio.cultura.gob.pe/bitstream/handle/CULTURA/1372/Proyecto%20Qhapaq%20%c3%91an%20-%20El%20Qhapaq%20%c3%91an%20y%20la%20Ruta%20del%20Spondylus%20en%20el%20extremo%20norte.pdf?sequence=1&isAllowed=y
Uhrin, M. (2020). Victor Turner’s Theory of Symbols: The Symbolism of a Religious Site and Object in a Rural Environment in Eastern Slovakia. Religion and Society in Central and Eastern Europe, 13(1), 21-41. https://www.researchgate.net/publication/348183871_Victor_Turner's_Theory_of_Symbols_The_Symbolism_of_a_Religious_Site_and_Object_in_a_Rural_Environment_in_Eastern_Slovakia
Velázquez, A., Maldonado, N., & Martínez, E. (2022). Ornamentos del género Spondylus en la región del río Tampaón. Arqueología(66), 91-107. https://www.revistas.inah.gob.mx/index.php/arqueologia/article/view/22193
Vitry, C. (2025). El poder simbólico religioso del "mullu", el Oro Rojo de los Incas. Centro Cultural Argentino de Montaña: https://revistadigital.culturademontania.org.ar/articulo/678c002a5e112783fb554725
Wester, C. (09 de 12 de 2013). La sepultura del personaje de los Spondylus en Chornancap, Lambayeque. Arqueología del Perú: https://arqueologiadelperu.com/la-sepultura-del-personaje-de-los-spondyllus-en-chornancap-lambayeque/
Zeidler, J., Ubelaker, D., Tabarev, A., Kanomata, Y., Popov, A., Poshekhonova, O., . . . Jadán, M. (2021). Valdivia, una sociedad neolítica; nuevos aportes a su conocimiento. ©Ediciones UTM - Universidad Técnica de Manabí. https://www.academia.edu/50240163/Valdivia_una_Sociedad_Neol%C3%ADtica_Nuevos_aportes_a_su_conocimiento
Declaración de conflictos de intereses: La autora declara no tener ningún conflicto de intereses.
Declaración de contribución de los autores/as utilizando la Taxonomía CRediT:
La autora declara que ella realiza la investigación y redacción del artículo científico.
Declaración de aprobación por el Comité de Ética: La autora declara que la investigación fue aprobada por el Comité de Ética de la institución responsable, en tanto la misma implicó a seres humanos
Declaración de originalidad del manuscrito: Los autores confirman que este texto no ha sido publicado con anterioridad, ni ha sido enviado a otra revista para su publicación.